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lunes, 17 de junio de 2013

Cross San Juan, por Juan Luis Miguel Ulloa

Director Skinner (voz en off): -Comer unas horas antes de una prueba deportiva..... 

Coro de voces con entonación (en off): 
-¡Aaaaaacierto!

Skinner: -Hacerlo con el tiempo justo. Muy justo.....
Coro: -¡Eeeeeerror!
Skinner: -Que sea una comida frugal rica en hidratos de carbono.... 
Coro: -¡Aaaaaacierto! 
Skinner: -Que el plato en cuestión sea una pizza familiar para media docena de comensales y te la metas tú solito al cinto.... 
Coro:-¡Eeeeeerror!



Pues así empecé la preparación del XXXV Cross San Juan de Medina de Rioseco, más parado y más pesado que un avión de mármol. Se me pasó la hora de la comida, serían más de las 15'30 horas, y decidí hacerlo de forma ligera. Un poquito de pizza, me dije. Cogí un espécimen con un diámetro similar al de la próxima súper luna del día 23. ¡No cabía en el horno! La tuve que reajustar y cortar para a continuación, y valiéndome del trinchador de pollo a modo de amenaza y empujando recio con el hombro, conseguir cerrar la puerta con éxito. Después de la cocción fui dando buena cuenta primero de los recortes, como si fuera el mejor de nuestros ministros y llegado al cuerpo central me dije:- Y ¿por qué no?- Así que continúe firme en mi labor hasta que se me durmió la mandíbula coincidiendo este momento, ¡fíjate tú!, con el último pedazo de pizza. 

Para despertar a la mandíbula, pensé: nada como el helado. Así que me fui al Federico y saqué una de esas tarrinas de medio litro, de vainilla con nueces de Macadamia. En ese momento me pasó algo muy curioso. Sobre mi hombro derecho se posó un doble mío en miniatura con unas alas blancas a la espalda: -Toma dos o tres cucharaditas y lo guardas- me dijo mientras desaparecía. A continuación en mi hombro izquierdo hizo presencia otro ser parecido al anterior, éste en tonos rojos y una especie de cuernos sobre la frente. No dejaba de repetir: -¡Los cojones! Cuanto más se deshace, ¡chico!, más rico va sabiendo. Y yo, indeciso me decía: -Una más y lo dejo. Pero me era imposible parar. Tuve que hacer uso de toda la fuerza de voluntad que fui capaz de reunir. Finalmente me logré contener y con responsabilidad saqué la cuchara del envase. Hay ocasiones en que tienes que ser duro. Después arrojé el mismo, vacío en su totalidad, a la basura, desapareciendo el diablillo entre risas maléficas. 

Ahora me echo una siestecilla y lo bordo. ¡Hoy hago cajón!

Desperté pensando en el lobo de Caperucita. Si al pobre animal en lugar de piedras le hubieran metido en las entrañas la "súper luna" que yo tenía dentro, el cazador no hubiera salido tan bien parado y con toda probabilidad se hubiera visto sentado en el banquillo de los acusados. Por torturas. 

¡Qué mal cuerpo! Esto lo rebajo con agua. Me puse a dar sorbitos cada poco y me acerqué a por el dorsal dando un paseo con el ánimo de aligerarme. Pongo un pie en la calle y una bofetada de calor me sacude el rostro. Esto no pinta bien. Antes del kilómetro dos vomito. Todo me parece "vomito". Me dan el dorsal con el prefijo de Santa Cruz de Tenerife, el 922. ¡Ya podría estar yo allí! 

¡Buf! ¡Qué calor! Vuelvo a casa. Me cambio. Dejo hablar a la vejiga un par de veces y me llevo la botellita de agua. Me junto con los compañeros del equipo para el calentamiento. 

Con mis malos presagios dan la salida a los cerca de doscientos participantes y cojo un ritmo que no sé si podré aguantar por mucho tiempo sin compartir la pizza. Pasan los primeros kilómetros y cada vez me voy sintiendo mejor. El calor facilita que en la comisura de los labios aparezca esa asquerosa costra blanquecina. No quiero ni beber agua a pesar de que mi garganta no tiene nada que envidiar a una lija del número 8. Inicio la segunda y última vuelta apretando un poco más y consigo adelantar a unos pocos contrincantes fundidos por el calor. Esto es el plus de la pizza. Se acerca la meta y veo muchas caras conocidas entre el público trasmitiendo muchos ánimos. Acabo esprintando y con los restos digestivos en su sitio. 

Ahora sí puedo beber. Me voy a beber el canal. He mejorado en casi dos minutos el tiempo del año pasado. Al final todo ha salido bien. Muy bien. 

Skinner (de nuevo voz en off): -Marcharte a casa en el cross de tu pueblo para ducharte sin ver la clasificación final.....
Coro: -¡Eeeeeerror!
Skiner: -Ganar un premio al mejor local en tu categoría.... 
Coro: -¡Aaaaaacierto! 
Skiner: -Enterarte al día siguiente por la prensa local de que has ganado ese premio... 
Coro: -¡Eeeeeerror!

Si ya lo decía yo: -Hoy hago cajón. 
Para una vez que gano algo. Si es que no estoy hecho para estas cosas. La vida te da sorpresas.

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