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martes, 2 de abril de 2013

Media maratón del Canal, Dueñas

Crónica de la Hermanita de la Caridad.
Dueñas, 11 horas, mañana soleada después de una semana de lluvias continuadas. Por delante 21 kms que se desarrollan casi en su totalidad por los caminos de sirga del canal de Castilla. Con lo que ha llovido me espero muuuucho barro.
Esta localidad palentina, Dueñas, es conocida por los botijos, de hecho les llaman botijeros. Si a mí me llamaran así creo que no lo encajaría muy bien. Un enorme botijo da la bienvenida en la entrada principal del pueblo. Pues yo me esperaba a todos los botijeros del pueblo en plena faena repartidos por el recorrido realizando sus refrescantes obras al pie del camino con tanta materia prima gratis y por qué no decirlo, alguna pelea de barro en bikini, femenina, por supuesto. Con esto último, los tiempos no hubieran sido de los que dan prestigio a una prueba, probablemente la victoria se la hubiera llevado una fémina. No sé si habrá algún caso en la historia de estas competiciones de algo semejante.
A lo que vamos. De barro nada, algún que otro charco aislado. Recorrido aburrido, casi 10 km en línea recta, camino, camino y camino; puente, media vuelta, AR!; y camino, camino y camino; con un último kilómetro y medio urbano tipo Angliru con su “Cueña Les Cabres” correspondiente. Los organizadores de estos eventos suelen utilizar unidades de medida del sistema internacional, en este caso el metro. Lo que nunca he llegado a comprender es qué patrón utilizan para efectuar las mediciones y luego realizar la conversión al SI. El metro patrón se corresponde con una barra de platino e iridio depositada en la Oficina Internacional de Pesos y Medidas, de París (copiado de la WIKI, no me sobrevaloréis). Dependiendo de la organización 21’097 km pueden variar entre los 0 y los 9288 kms que unen Moscú con la costa rusa del Pacífico (también es de la Wiki, sí, el transiberiano).
Llegué a la meta dándome un baño de multitudes, nunca me habían aplaudido tanto. Yo pensaba: ¡Joder! qué bien lo he hecho, lo he bordado. Otra vez que tuteo a la suegra. Viendo que los aplausos no cesaban comencé a sospechar, total, allí nadie me conocía. De soslayo, por la parte derecha, vi que alguien me cogía de la mano. Pero bueno si es Pablo, mi hijo, 5 añitos y siempre me quiere ganar el tío. Entró más contento que cuando se cayó en la marmita de gominolas.
El motivo principal de la crónica es lo sucedido con un participante, desconozco su nombre pero llevaba el dorsal 288. Este hombre, alrededor del km 15, iba andando como la maratoniana que entraba en meta totalmente desencajada, creo que en los JJOO de Los Ángeles. Iba ayudado por otro participante que le ofrecía su hombro como apoyo. Los demás, al adelantar a la peculiar pareja, simplemente, se giraban, preguntaban si todo iba bien y continuaban su carrera. O sea, que un tío con la cara blanca, arrastrándose del hombro del otro compañero, que apenas lograba sostenerle y al resto de participantes sólo se les ocurría preguntar ¿todo bien? Me vino a la cabeza la noticia de hace apenas 15 días de un hombre que al cruzar la meta en el maratón de Barcelona, cayó fulminado y allí quedó, inerte. En esta vida hay dos clases de personas: las que hablan y las que actúan. Con esto no quiero decir que unas sean mejores que otras. Puedes preguntar ¿todo bien? o también tienes la opción de parar e intentar hacer algo, porque ese tío en su estado no iba a llegar a la meta nunca. Yo me paré, entró en acción el gen picoleto que llevo dentro. Entre los dos le tumbamos y mientras le manteníamos las piernas en alto y recuperaba un poco el color, el otro me comentaba que iba a correr el maratón de Madrid, que su intención era bajar de 3 horas, etc, al cambio: que el tío era un fenómeno. Mientras, se sucedían esos “¿todo bien?” Después de dar al muerto un gel y un poco de agua, éste resucitó, aunque no hubieran pasado los tres días que marca la doctrina católica en estas fechas. Los tres reanudamos la carrera apenas diez minutos después, dos corriendo, mejor dicho uno volando, yo trotando y el fiambre andando. Al final llegó en ambulancia sin daños mayores. Creo que el deporte es otra cosa y si un día tuviera un desfallecimiento de estos espero encontrarme con alguien que actúe, que para preguntas ahí tendré a la máquina de reñir, esperándome en la meta con una sonrisa en la cara, eso sí.

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