Páginas

miércoles, 20 de marzo de 2013

Media maratón de León

El pasado fin de semana se celebraron los medios maratones de León y Segovia, y como era de esperar, el Tripi estuvo representado en ambas pruebas con grandes resultados.
Aquí os dejamos la crónica de uno de nuestros triatletas, Juan Luis Miguel Ulloa, del medio maratón de León.

Crónica terrorífica. 17 de marzo. León. 10’30 horas. Un rato en el infierno. Salimos desde Rioseco hacia León con lluvia todo el camino, con menos ganas de correr que nunca, con la sensación de que va a ser un desastre, más si cabe sabiendo que pasamos por una de las puertas hacia el infierno que hay en esta piel de toro, donde mora uno de los Innombrables.

Mi objetivo, bajar de una hora y media..., queda casi descartado. Éramos 1652 los inscritos que estábamos dispuestos a recorrer los 21’097 kilómetros de la V Edición de la Media Maratón de León. Las caras de los participantes no reflejaban la alegría de otras carreras. En la línea de salida se respiraba el nerviosismo, el miedo y la inquietud. El juez, enfundado en una máscara de verdugo, dio el pistoletazo de salida sin apuntar al aire. Lo hizo hacia la parrilla de salida. ¡KABOOMMMM! Uno menos, sólo quedábamos 1651. Para más inri, el eliminado es de la primera fila, uno de los buenos, un primer espada. Como en todas las carreras de este tipo la salida es difícil. Todos queremos progresar y buscar nuestro sitio, cosa harto complicada cuando somos cerca de 1700 personas en apenas 200 metros cuadrados. ¿No lo creéis? ¿Pues no meten los sindicatos 78 millones de españoles en la Gran Vía en una huelga general? Y el Gobierno ¿no es capaz de hacerlo con las manifestaciones contra el terrorismo? ¿Por qué no lo van a hacer los leoneses? Una vez presencié cómo un leonés era capaz de abrir una Coca-Cola con el entrecejo, sin mediar apuesta de por medio, ni tan siquiera un “no hay cojones”. Entre cruces de los de delante, cambios de dirección por los laterales, adelantamientos, alguna zancadilla sin intención por detrás, me vuelven a la cabeza esos recuerdos de cuando acabé con aquel adolescente a martillazos, cuando no paraba de repetirle: “tranquilo, todo irá bien”.

Llegamos al primer avituallamiento líquido y comienzan los nervios. Todos queremos ser los primeros en coger el agua. Me quedo a la expectativa y dejo que pasen los demás. Cuando quiero reaccionar es demasiado tarde, ya no hay agua. Por un instante me quedo paralizado, a unos 100 metros veo un payaso vestido con colores muy llamativos y un puñado de globos en la mano derecha flotando en contra del viento. Con la izquierda me ofrece un botellín de agua sucia mientras ríe mostrando unos dientes negros acabados en punta. Me llama por mi nombre y dice: “Aquí todos flotamos”. En la solapa lleva una etiqueta en la que se puede leer Pennywise. Cuando llegamos a la casa del Innombrable, en la calle Unicef, Km 6, mis ojos se posaron en un sujeto singular en su forma de correr. No sabría explicar porqué pero llamaba la atención y me propuse adelantarlo. En el momento que lo hacía alcanzamos las puertas del infierno y todo sucedió muy rápido. El tipo carecía de rostro, era como “El Grito” de E. Munch, en lugar de respiración funcionaba a estertores y cuando quise mirar el dorsal me quedé petrificado. Dejé de respirar. Llevaba el número 666 pero sólo pude verlo unos instantes. En cuanto alcanzó la puerta maldita una bola de fuego lo consumió. Me dije: me voy de aquí cagando leches. El práctico que nos guiaba con el globo de la hora y media estaba unos 200 metros por delante y con el susto le di alcance e incluso comencé a sacarle metros. El cielo se fue abriendo y la sensación de que algo malo iba a pasar desapareció. Comenzó a sonar una música celestial. ¡Coño, el kilómetro 10. Estamos en la catedral! Nuevo avituallamiento. Esta vez no me pillan y voy el primero a por el agua, ofrecida en esta ocasión por un grupo de monjes con hábito marrón los cuales ocultaban sus rostros tras las capuchas. El agua como no podía ser de otra forma era bendita, así que sin pensarlo dos veces, mojé mis dedos índice y corazón e hice el signo de la cruz en honor a Jesús-Hombre. Devorando los kilómetros vi de soslayo a una de las participantes que se hacía a un lado y comenzaba a vomitar mientras su cabeza daba giros de 360 º y un padre Carrack con chaleco de la organización intentaba colgar un rosario de su cuello.

A dos kilómetros del final oí a mi espalda al práctico del globo de la hora y media que decía entre gritos: “El que quiera llegar en hora y media que intente coger al del Tripi, al de rosa” ¡Coño! Si ese soy yo. Me giro y veo a una horda compuesta mitad por caminantes de The Walking Dead y mitad escoceses acólitos de William Wallace que vienen a por mí. Yo a punto de desfallecer aprieto un poco más. Hijoputa el práctico. Lo clavó. Todo un visionario. Entré dos segundos antes de la hora y media. Él no. Eso sí llegué MUERTO. Y para los que os hacéis la pregunta, deciros que sí, que se ve una luz. Blanca. Y allí también llueve. Y mojados como estábamos para no desentonar nos fuimos al Húmedo a meternos unas tapitas por su sitio.

No hay comentarios:

DISEÑO GANADOR. TRIPITROFEO 2023

Las votaciones de los deportistas del Club hacen que el Diseño 03 triunfe con respecto al resto de diseños. ¡Muchas gracias por participar y...