La ilusión de una nueva
temporada, su planificación, la búsqueda de horas de entrenamiento, la
cuadratura de horarios, la compañía para entrenar, su ausencia, los viajes
realizados, las pruebas más queridas, las que salen bien, las que no, la
satisfacción de terminar, los sinsabores, las ganas de mejorar, las ganas de
más…
La temporada de triatlón se termina con un ligero descanso, con un paso
corto que sirve para darle mayor impulso al siguiente reto y, cómo no, con la
entrega de los Tripitrofeos.
Dentro de las filas del Triatlón
Pisuerga, estos premios tratan de extractar el año mediante las puntuaciones
que cada componente obtiene cuando participa en algún tipo de prueba deportiva.
La cantidad de puntos que se suman en el casillero individual dependen de las distancias
y de la importancia de cada prueba. El año se desarrolla entre carreras a pie,
travesías de natación, marchas ciclistas, acuatlones, duatlones, triatlones y
otros eventos hasta que en el mes de enero se realiza el recuento del año
recién acabado.
Dependiendo de la suma obtenida
se puede conseguir el trofeo de bronce, el trofeo de plata e incluso el deseado trofeo de oro. Este año, además
del diseño que conmemora este trofeo, una buena clasificación estaba premiada
con un vino Terra d’URO. Si los merecedores del bronce optaban a una botella de
blanco, los de plata optaban a un vino tinto de Toro con 90 puntos Parker y aquellos deportistas con el oro hacían lo propio con un auténtico tinto
de lujo, también de Terra d’URO, con 92 puntos en tan afamada guía.
La entrega de dichos trofeos se realizó en el Mesón Restaurante Piedras Negras, donde también se pudo disfrutar de una maravillosa cena informal y donde se lanzaron tanto las líneas maestras como las pruebas importantes de la temporada que acaba de comenzar.
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