Todo proyecto tiene sus hitos. El "mío", aquél al que estoy dedicando tantas horas y por el que no solo yo, sino asimismo mi familia y amigos está sacrificando tanto, también.
Su ámbito, el triatlón. Su
alcance, los 3,8 km de natación, los 180 km de bici y los 42 km de la
maratón que componen los tres sectores del próximo Ironman (IM) de
Lanzarote.
Como antecedentes, un viejo compañero de pupitre escolar quien me hablase ya hace algunos años de una prueba reservada, por aquel entonces, a unos cuantos locos, rodeada de un halo y una épica especial, muy alejada de la masificación y popularidad actual. Si bien siempre he estado enrolado, con mayor o menor dedicación al mundo del deporte (de ello da fé mi trastero ;-)), por aquel entonces pasaba las horas curtiéndome bajo la luz del flexo. Así pues la charleta sólo pudo servir como germen de lo que unos años más tarde quise recuperar.
El momento llegó hace casi un año, y con la ayuda de un buen compañero de trabajo, fue cuando me enrolé en el Tripi. Meses antes comencé a nadar, y no a bañarme. Compré
mi 'torete' de aluminio de 2 ruedas, que no 'ruedacas' de esas de perfil
alto y carbono que tanto me acongojan y llaman la atención en los
previos a las competiciones, y aprendí a montar en bici con pedales
automáticos. Por aquel entonces la carrera a pie me preocupaba menos.
Con 14 años bajaba de los 3 minutos por kilómetro, con lo que "quizás
sólo tuviese que recuperar el tono y adaptarme a la distancia...". Por
supuesto nada más lejos de la realidad.
De ese inicio en diciembre del año pasado hasta ahora, se han ido quemando etapas y cumpliendo hitos. Entre los consejos de unos y de otros, he ido adaptando la planificación. Fundamental y decisiva la cena del Tripi de febrero. Pese a todo, es un proyecto de superación personal, y así he
querido mantenerlo: Por eso, y en contra de muchas recomendaciones,
quise estrenarme en esto del triatlón con el Half-IM de Aveiro en
primavera, para luego en verano hacer el Half ICAN de Valladolid y el de
Al-Mudayna en Murcia. De todas estas experiencias siempre he tratado de
extraer alguna conclusión positiva, especialmente de los momentos de
dificultad que en todas surgieron.
En esa planificación, y de la cena antes comentada, surgió el objetivo principal de este año preparatorio: El Ibermam,
distancia IM, "La Luz" en Huelva. ¿Qué no me echarían en la bebida los
dos pájaros que me recomendaron hacer esta locura este primer año? Sea
lo que fuere, tuvo su efecto, porque a los dos días de la misma ya
estaba inscrito. A falta de menos de una semana, estos dos pájaros (mi compañero de aventuras Sergio Herrero y el infatigable Luis Ángel Fernández), junto a José Miguel Pérez (Neno) y Rafael Becerro (Falete) acudiremos a la cita onubense del mes de octubre.
Por delante un recorrido que se desarrollará, para el sector de natación en la playa de La Antilla (Lepe) a 2 vueltas. Un sector de bici que nos llevará a cruzar a Portugal por el puente de Pomarao hasta Villareal de Santo Antonio donde estará la T2. Según la organización, 2000 m de desnivel acumulado, que no desnivel acumulado positivo. La
maratón nos llevará de regreso a la Antilla en un recorrido que incluye
tramos en la Vía Verde rodeada de marismas y plantaciones, incluyendo
para postre 5 km por la playa (!!).
Ahora que se va acercando el momento, cada vez lo veo más complicado. Pese a las tiradas largas, los entrenos de calidad realizados, el sufrimiento para finalizar los Half, creo que quizás me llega la prueba demasiado pronto. Pero también creo que en este tipo de pruebas, donde para mí el
componente "aventura" es un aspecto fundamental del reto, el enfrentarse
a distancias conjugadas totalmente inéditas, es parte primordial de su
encanto.
En fin. Ya no hay marcha atrás. En unos días espero deciros que soy, que SOMOS, finisher IM!!
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